La gran aventura de la Vuelta al Mundo 

El más osado de los argonautas

Magalhães es el nombre de un estrecho en la Tierra de Fuego, de un pingüino muy gracioso y una galaxia enana, de una sonda espacial que llegó hasta Venus y de mi navegante favorito, el hombre responsable por iniciar la primera vuelta al mundo. Y es que no hay viaje que me fascine más que aquella aventura que concentró todos los continentes en un único mapa y transformó el mundo en un inmenso mercado global
 

(Soy el rey de los mares)

En la península ibérica del siglo XVI, tan llena de personajes extraordinarios, Fernão de Magalhães no era un marino cualquiera. Dominaba las técnicas de navegación, tenía acceso a mapas, cartas marítimas y astronómicas y la urgencia de demostrar que para llegar hasta las lejanas y riquísimas islas Molucas, en Indonesia, bastaba atravesar el océano Atlántico. Y vaya si lo demostró.
 
Con una expedición financiada por el reino de España, Magalhães escapó de los espías portugueses cabalgando las olas del mar tenebroso, bordeó la costa americana avistando gigantes y hogueras amenazantes, sobrevivió a traiciones, naufragios y al escorbuto, y cruzó el estrecho más íngreme para llegar al océano Pacífico, dominando las mareas terroríficas de los canales del fin del mundo. Y cuando a punto estaba de alcanzar su soñado Archipiélago de las Especias, murió absurdamente en una playa de Filipinas. Triste final para el más osado de los argonautas, que no llegó a ver cómo su diezmada tripulación, liderada por Juan Sebastián Elcano, culminaba aquella fabulosa aventura dando la primera vuelta al Planeta Tierra. Ya nunca más la Humanidad sería la misma.

Las autopista globales
        

La primera consecuencia de aquella primera circunnavegación fue la monumental bronca entre Portugal y España sobre los derechos de explotación de las riquezas generadas por el clavo de las Molucas, el bitcoin del siglo XVI. Se convocaron conferencias científicas en Badajoz con cosmógrafos, cartógrafos y matemáticos muy sesudos, hasta que al final la Monarquía Hispánica prefirió explotar las minas de oro de Perú, los holandeses invadieron las Molucas y el clavo, debido a la apertura de nuevas rutas de navegación, perdió el interés y su rentabilidad. El IBEX de la Edad Moderna no era muy diferente del actual. 
 


Los océanos, tras la gran travesía que desveló los secretos de los vientos australes, se convirtieron en rápidas y eficaces autopistas que ligaban Manila a Acapulco, Lisboa a Calcuta y Macao con Japón. Nos creemos muy modernos en 2022 porque desayunamos tostas de quinoa y aguacate, pero lo que mola de verdad es imaginar cómo hace 500 años en los mercados de Sanlúcar, Lisboa o Plymouth ya se podían comprar porcelanas y sedas chinas, pimienta de la India y sofisticados perfumes de Arabia. 

 

Gracias a esos viajes en enclenques naos de madera, la agricultura mundial sufrió una transformación tan bestia que en menos de un siglo la economía, los hábitos alimentarios y la orografía de los continentes cambiaron por completo. La patata americana llegó a Europa junto con el maíz y el tomate, el arroz chino fructificó en Brasil, el cerdo empezó a comerse en República Dominicana y los jesuitas portugueses domesticaron las gallinas y los conejos de Japón. Cuanto más global se nos presenta el mundo, más pequeño nos parece. 

Lo que somos 


Aunque soy muy consciente que esta gesta alucinante sólo fue posible gracias a los avances tecnológicos e intelectuales que se promovieron en las universidades y escuelas navales portuguesas, tampoco se me escapan las brutalidades, los miles de seres humanos esclavizados y los exterminios que derivaron de la expansión marítima del pequeño y ambicioso reino lusitano. Pero los horrores no pueden dejar de ponernos delante del espejo sincero de nuestra Humanidad: si nos hubiéramos quedado quietos, la historia del Homo Sapiens no hubiera molado tanto. 

 
(Yo lo pago todo)

En las rutas transatlánticas usadas por los navegantes portugueses para transportar especias, oro, esclavos, mujeres solteras y misioneros, también viajaba la más importante mercancía: la información. Siguiendo las instrucciones del inteligentísimo Manuel I, a Lisboa llegaron miles de informes sobre las religiones que profesaban los pueblos índicos, las estructuras de poder de los reinos de la China e incluso los hábitos sexuales de las poderosas reinas africanas con las que tenían que cerrar tratos millonarios.  
     

(Pigafetta Deluxe) 

Sin las Cartas de Pedro Vaz Caminha o Manuel da Nóbrega habría sido imposible entender el alcance de la colonización brasileira y si hoy sabemos el profundo impacto cultural, gastronómico y militar de la llegada de los portugueses a Japón es debido a la obra de Fernão Mendes Pinto. Y fue así que la quinientista Europa, gracias al cronista de la expedición que dio la vuelta al mundo, el italiano Antonio Pigafetta, supo de las hazaña del gran comandante Fernão de Magalhães, pero muy poquito de la valentía de Juan Sebastián Elcano. Y es que el storytelling, hoy y en 1522, sigue siendo el más poderoso método de control de la Historia.

Una serie (de Netflix) de despedida  


Gloria es la primera serie portuguesa producida por Netflix. Años 60, espías, guerra fría en el Ribatejo y actores (y actrices) la mar de guapos. Si la vas a ver, hazlo en versión original con subtítulos, anda. 

Y hoy me he venido muy arriba con una nueva playlist del África lusófona más molona. Llevo todo el fin de semana bailando. Te dejo con el gran Bonga y una de las canciones que más buen rollo me dan, "Mulemba Xangola". Disfrútala porque es genial.
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Obrigada por leres esta carta. Te escribo dentro de quince días.

Rita Barata Silvério
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