La tres grandes mujeres del Arte

¿Cuánto vale un artista? ¿Cómo se determina el talento? Según la revista Forbes, un artista vale lo que se pague por él en las subastas y mercados internacionales. Y en su lista publicada en 2019 con los 10 artistas portugueses más valiosos, los tres primeros puestos son ocupados por Maria Helena Vieira da SilvaPaula Rego y Joana Vasconcelos, cuyas obras pueden cotizar hasta 30 veces más que las de los restantes miembros de este ránking puramente capitalista.

Casamento na aldeia (Sarah Affonso)

El siglo XX portugués ha sido fértil para el arte hecho por mujeres, muchas de ellas reconocidas por el gran público gracias a obras de una gran repercusión social. Los azulejos de Maria Keil que cubren calles y avenidas del centro de Lisboa, las ilustraciones infantiles de Sarah Affonso o las esculturas de Clara Menéres en el Santuario de Fátima son un claro ejemplo de la relevancia de estas mujeres en el cotidiano nacional.
 
Hoy me gustaría que me acompañaras en este viaje a través de las obras de las tres artistas más excepcionales de sus respectivas generaciones y que son referentes intelectuales en todo el país gracias a ese modo único de contar su propia historia que es, como no, la de Portugal.
 
Testigo de la guerra
 
Cuando los movimientos fascistas empezaron a aterrorizar Europa a finales de los años 30, Maria Helena Vieira da Silva ya había expuesto individualmente, vendido cuadros al MOMA y al Guggenheim e ilustrado varios libros.
 
Nacida en Lisboa en 1908 en una familia burguesa e intelectual, la artista portuguesa más cotizada y figura fundamental de la pintura de la posguerra europea, se mudó a los 19 años a París donde conoció a su gran amor, el pintor húngaro judío Árpárd Szenes, compañero y confidente durante 55 años.
 
Con la ocupación nazi el matrimonio fue declarado apátrida, y la respuesta del régimen dictatorial de Salazar a su pedido de socorro fue negarles la nacionalidad portuguesa. Ante esta postura cobarde del Estado Novo en relación a los judíos y el terror a ser perseguidos por los nazis, la pareja se vio obligada a exiliarse 7 años en Brasil. Allí Vieira da Silva pintó algunas de sus obras más relevantes y expuso con enorme éxito, pero también se sintió sola, inadaptada y horrorizada por las consecuencias de la guerra en Europa.

Solamente en los años 70, en el cénit de la dictadura, Portugal se reconcilió con la obra de Vieira da Silva, dedicándole grandes exposicionesgalardones y puestos honoríficos. Eso sí, para celebrar la llegada de la Democracia, pintó uno de los carteles más bonitos que existen en honor al 25 de AbrilA Poesia está na rua, que ha decorado la habitación de todo adolescente sensible al arte e ideas revolucionarias.

A Poesia está na rua (Maria Helena Vieira da Silva)

Maria Helena Vieira da Silva falleció en 1992 en Francia, donde vivió el resto de su vida y fue tratada como una súper estrella y heroína nacional. Pero antes ordenó que su legado volviera a Lisboa, a la Fundación Árpád Szenes-Vieira da Silva, museo que deberías visitar si quieres conocer la grandeza de una artista que fue protagonista, testigo y víctima de la generosidad pero también de la intolerancia del siglo XX.

La memoria de las mujeres
 
En 2007, embarazada de mi primer hijo, asistí en el Museo Reina Sofía a una de las exposiciones que más me han impresionado a lo largo de mi vida. Niñas que violentaban a un padre, una sensual Blancanieves de media edad y mujeres en actitud animal se presentaban ante mí frágiles, pero también groseras, bellas y contradictorias.
Así es el efecto que causa Paula Rego, una de las pintoras figurativistas más importantes del siglo XX que nació en Portugal en 1935 y cuya obra está expuesta en la Tate, en el Met o en la National Gallery y que ha sido reconocida en Portugal con toda clase de distinciones y un museo en su honor.
 
Formada en Londres por deseo de su padre - que consideraba que el Portugal fascista de los años 50 no era un país bueno para las mujeres - Paula Rego se ha inspirado siempre en sus memorias de infancia y en los grotescos cuentos populares portugueses para crear una obra centrada en su experiencia como mujer, para contar historias de una sociedad dominada por la sumisión, la sexualidad reprimida y la violencia, pero en la que las mujeres ya no quieren ejercer de víctimas.

Angel (Paula Rego)

Esta lucidez quedó plasmada en la brutal serie dedicada al aborto clandestino, que Paula Rego realizó como una furiosa crítica a las políticas conservadoras portuguesas, donde pintó a mujeres solas, en posturas humillantes y desgarradoras, pero dotadas de una dignidad dolorosa e inmensamente desafiante.

La memoria de las mujeres del siglo XX recorre toda la obra de esta Dama del Imperio Británico de 85 años que sigue viviendo en Londres y que todos los días coge el autobús para ir al estudio. Una portuguesa que pinta mujeres que son las protagonistas de su propio relato, como la madre de Caperucita Roja, que no solo mata al lobo como se hace una estola con su piel.
 

Repensando estereotipos

Joana Vasconcelos es lo más parecido a una súper estrella del rock. Sus retrospectivas baten todos los récords de público, recibió al Papa con un rosario de 26 metros y es habitual de las revistas de moda y del corazón. Expone en Boston, en el Guggenheim de Bilbao y en Palacio de Versalles, vende el 90% de su obra en el extranjero y no hay un portugués que no sepa quien es esa señora que colgó una lámpara hecha con 14 mil de tampones en la mismísima Bienal de Venecia. Y aún no ha cumplido los 50 años.
 
Detrás de estos hitos, a años luz del resto de los artistas portugueses de su generación, hay una artesana que se inspira en el imaginario nacional y otorga identidades alternativas a objetos cotidianos. Cuando vistió de ganchillo los famosos animales de Bordallo Pinheiro no sólo creó nuevos clásicos, como consiguió que un público ajeno a los circuitos artísticos se reconociese en la ironía de su obra.
Pero Joana Vasconcelos es también una artista que cuestiona el rol de la mujer portuguesa en pleno siglo XXI. Desde el violento Burka al anillo Solitario, sus inmensas instalaciones reflexionan sobre las contradicciones de una sociedad democrática e igualitaria pero que sigue perpetuando los estereotipos de la época de nuestras abuelas. 

Marilyn (Joana Vasconcelos)

Eso resume Marilyn, el glamuroso zapato de casi 5 metros compuesto por cientos de ollas relucientes que aún hoy siguen esperando en la cocina a demasiadas mujeres al final del día, por muchos tacones que se pongan.
Un documental de despedida
 

Si quieres conocer la evolución de la sociedad portuguesa en los últimos 60 años, te recomiendo el documental Portugal, um retrato social, con banda sonora del sublime Rodrigo Leão (sí, el fundador de Madredeus).
Y para animarte en estos primeros días otoñales, aquí tienes la playlist que hizo la Fundação Serralves para la exposición de Joana Vasconcelos.

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