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						| Misión: enterrar a los vivos y cuidar a los vivos |  | 
	
El Terremoto de Lisboa fue el 
gran desastre natural de la Edad Moderna. Sus efectos revolucionaron los fundamentos de la 
ciencia, consternó profundamente a 
Voltaire y Kant e incluso Telemann se inspiró en su brutalidad para crear la potentísima 
“Oda al Trueno”, que es 
rock and roll puro y que recomiendo que escuches con el volumen a tope.
 
Mientras el rey 
José I se escondía en un 
palacio de madera y la 
Iglesia atemorizaba a las masas con sermones sobre la ira divina, la labor de rehacer la ciudad recayó sobre el 
Marqués de Pombal. Un señor cuyas ideas ilustradas cabrearon enormemente a la 
vieja aristocracia y que fue el responsable de una de las más eficaces y revolucionarias 
intervenciones urbanísticas de la Historia. Cuando estés esperando el 
eléctrico 28 en la 
Baixa recuerda que estás pisando uno de los 
mayores avances de la ingeniería de la Humanidad, en el que se emplearon por primera vez 
métodos antisísmicos que aún hoy siguen vigentes.
 

(La Lisboa futurista del siglo XVIII)
Estas innovaciones arquitectónicas sirvieron también para inspirar la creación de nuevas ciudades, como la preciosa 
Vila Real de Santo Antonio que, con sus sus calles 
geométricas y edificios neoclásicos, es una deliciosa joya del Algarve. Una villa adormecida que desde las orillas del Guadiana mira a las tierras de 
Huelva, también ellas arrasadas hace 265 años por ese terremoto que conmovió al mundo.