Hoy te mando la Carta Portuguesa con el tema más importante del verano: ¿cuál es la mejor playa de Portugal? Con más de
900 kilómetros de costa, la respuesta ni es fácil ni consensual. De Caminha a Vila Real de Santo Antonio hay playas de arena blanca para todos los gustos: las hay que son
paraísos secretos,
más familiares y las preferidas del
famoseo nacional, que de eso también tenemos. Por eso, cuando el calor empieza a apretar las revistas y webs de lifestyle nos bombardean con las
guías definitivas y las
listas fundamentales de las mejores playas del país.
Desde que a principios del siglo XIX
las clases aristocráticas empezaron a bañarse en el mar con fines terapéuticos, todo una industria nació en torno al turismo en el Norte de Portugal. Una
red ferroviaria que unía de modo relativamente eficiente el interior y el litoral permitió que familias enteras se desplazaran durante todo el verano a la costa llevándose literalmente la casa a cuestas. Gracias a esas vacaciones en las "
playas de baños” en la Foz de Oporto o en pueblos como
Granja se construyeron palacetes en frente al mar donde alojar a estos veraneantes más ricos, mientras que las clases burguesas se iban instalando en los nuevos hoteles e incluso en las casas que les alquilaban los pescadores, en una especie de airbnb decimonónico que nunca ha pasado de moda.
Precisamente, hoy te escribo sobre estas playas, desde Lisboa a la frontera con Galicia, donde la temperatura del agua nunca sube de los 18 grados, las noches necesitan abrigo y el Atlántico parece
infinito, sin límites.