Lusitana Paixão

¿Quién no se acuerda del beso que cambió su vida? ¿Por qué nos falta el aire cuando los dedos de esa persona rozan nuestra piel desnuda? Esto es el Amor, la fuerza más brutal del Universo que desde los tiempos prehistóricos ha provocado guerras, modificado fronteras y derrocado dinastías centenarias.
 
Y Portugal no iba a ser menos. Nuestro pequeño país está plagado de romances provocadores, monarcas pichas bravas que se pasaban las noches en burdeles y cabarets y periodistas con la reputación cuestionada por haberse enamorado de políticos corruptos.
 

(Snu Abecassis y Sá Carneiro)

Ya a finales de los años 70 del siglo pasado, la historia de amor del carismático primer ministro Sá Carnerio con la danesa Snu Abecassis conmocionó a la pacata sociedad portuguesa. Ambos estaban casados, él era el líder del partido conservador, y ella la fundadora de una editorial que se atrevió a publicar autores incómodos en la época de la dictadura.
Abandonaron a sus parejas, se fueron a vivir juntos sin estar casados, ella le acompañaba a las cenas de Estado volviendo locos a los jefes del protocolo que no sabían si tratarla como esposa o amante y la oposición se cebó con esa cultísima y elegante mujer de ojos azules que jamás se separó de la gran promesa de la política lusitana. Murieron juntos, en un accidente de avión que aún hoy sigue sin resolver, tal vez cogidos de la mano, como era costumbre en ellos.
 
Recuerdo del Amor en conventos alentejanos

En 1875 un joven escritor llamado José María Eça de Queiróz publicó El crimen del Padre Amaro, una historia sobre la tumultuosa relación de un párroco libidinoso con una chiquilla de 17 años. La novela  fue un éxito rotundo de crítica y público, aunque a la Iglesia no le hizo ni pizca de gracia que sus desvergüenzas fueran tan bien retratadas en un libro que aún hoy sigue siendo un best-seller y que ha sido traducido a más de una decena de idiomas. 
 
Quince años antes otro autor acabó con los huesos en la cárcel por culpa de un amor prohibido. Camilo Castelo Branco se enamoró de una mujer casada y ella abandonó a su marido. Los dos fueron condenados en uno de los juicios más mediáticos del siglo XIX por los crímenes de adulterio, cópula con mujer casada y violación de derechos conyugales, pero de esa prisión nació el gran libro de la literatura romántica portuguesa, Amor de Perdición y una relación que duró dos hijos y treinta años.
 


Pero si hay un libro capaz de reflejar la fuerza de un amor tan arrebatador como desesperado son Las Cartas de una monja portuguesa o, simplemente, Las Cartas Portuguesas. Mariana Alcoforado fue una monja alentejana que en el siglo XVII vivió su particular Beja de las Tentaciones con un militar francés que al regresar a casa tuvo el típico ataque de amnesia de los sinvergüenzas.
Mariana, a tope de amor y encerrada en su celda del convento de clausura, le envió cinco cartas que fueron publicadas en Francia, causando tal furor que aún hoy son consideradas una obra maestra de la literatura epistolar. Rilke fue profundamente influenciado por esta obra de amor despechado, físico y erótico e incluso el gran Milo Manara se atrevió a ilustrar una de las muchas ediciones de este pequeño gran libro.
 
Niditos de amor para reyes enamorados
 
Cuando la reina Maria II falleció a los 35 años dejó a su marido, el rey consorte Fernando de Sajonia-Coburgo-Gotha, desconsolado y con una herencia nada desdeñable que gestionar. Fernando disfrutaba de su viudedad dedicándose a los pasatiempos habituales de la aristocracia ociosa cuando en una noche en la ópera de Oporto conoció al gran amor de su vida, la cantante, pintora y ceramista suiza Elise Hensler, con quien se casó para escándalo de la nobleza de la época.

Juntos se dedicaron a ser felices y a disfrutar de la pintura, de la música y del apasionante mundo de la botánica. Gracias a esta extrema sensibilidad y al amor por lo hermoso, la sierra de Sintra se convirtió en el siglo XIX en uno de los parajes más románticos del mundo.


(El picadero real)

Fernando compró un monasterio destrozado y lo transformó en el magnífico Palacio da Pena, cumbre de la arquitectura romántica portuguesa. Esta pareja cómplice y enamorada dedicó su vida y una fortuna a crear un parque único, reconstruyendo palacios en ruinas y replantando el entorno con especies traídas de medio mundo, dotándole a la sierra de Sintra de un magnetismo muy especial, que fue reconocido por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.
Fernando murió inesperadamente a los 69 años, en 1885, y fue sepultado junto a su primera esposa, en el Panteón de los Bragança. Elise, sin embargo, vivió lo suficiente para vender el Palacio y el Parque de Sintra al Estado Portugués, dedicarse a obras benéficas y ver como asesinaban a los herederos de Fernando y la Monarquía era derrocada. Murió con 92 años y lo único que pidió fue ser enterrada con la tierra de la Sintra que tanto amaba.
Una canción (de amor) de despedida

Para este día de amor y pasión institucionalizados te he preparado otra playlist, Amor Lusitano, con clásicos de Marcia, Antonio Zambujo, Rui Veloso, Luisa Sobral y Mayra Andrade, entre otros.  

Y hoy que estoy tontorrona, te dejo este temazo de Kátia Guerreiro, Até ao Fim.  Va a ser eso el Amor, esperar el uno por el otro, hasta el fin del mundo.

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