En Agosto las casas de granito del interior del país se vuelven a abrir, en los cafés de las aldeas vacías durante el invierno se retoma la partida de dominó que quedó a medias y en las calles de las capitales de provincia hay atascos de coches con matrículas de Luxemburgo y Suiza.
Durante el mes de Agosto los productos estrella de los
mercadillos semanales son los llaveros, pelotas y toallas con la bandera de Portugal, en las
playas fluviales se escuchan a madres riñendo en francés a los niños y pandillas de adolescentes con pinta de guiris fuman a escondidas vistiendo camisetas con el nombre de su portugués favorito, Cristiano Ronaldo.
No son turistas, ni gente extraña a la tierra, son los emigrantes que vuelven a su casa, aunque esa casa ya no sea su hogar desde hace décadas. Portugueses que viven en lugares remotos y con unas
saudades que a veces solo cantantes como
Linda de Suza, con sus canciones sobre las penurias de quien tuvo que dejar el país con una maleta de cartón, saben calmar.
Músicas y letras que han hecho más por el ánimo de los emigrados en Luxemburgo, Francia o Alemania que cualquier campaña del Ministerio de Exteriores.
Hoy te escribo desde la
Beira Baixa, tierra de mi abuela Ilda y de donde tantos salieron y a las que tantos regresamos en este
querido mes de Agosto.