A primeira Carta Portuguesa

CARTAS PORTUGUESAS es la newsletter que nace de mi pasión por compartir la cultura portuguesa, que han difundido Saramago, Amália o Helena Vieira da Silva, y cuyo testigo han recogido Salvador Sobral, Joana Vasconcelos y Dulce Maria Cardoso, entre muchos otros.
Pero la cultura no es solo patrimonio de quien la divulga en museos y salas de concierto, también se transmite en los temazos que bailamos en las discotecas del Cais do Sodré en Lisboa, en nuestros petiscos de final de tarde en la playa o en los vídeos de las nuevas estrellas del humor patrio.
Me hace especial ilusión enviarte la primera de las CARTAS PORTUGUESAS la semana de las celebraciones del Día de Portugal. Aunque este año está medio confinado, el 10 de junio suele ser un festivo gozoso, que anuncia la llegada del verano y de las fiestas en honor a los Santos Populares. El nombre oficial es Dia de Portugal, de Camões e das Comunidades Portuguesas y se celebra el país y la fecha del fallecimiento de Luís de Camões, autor del poema épico y obra cumbre de nuestra Literatura (y pesadilla para los estudiantes de secundaria) Os Lusíadas.

Al fin y al cabo, se trata de la fiesta del idioma portugués porque, como decía Fernando Pessoa, “Mi patria es la lengua portuguesa”. Según la UNESCO, en el mundo hay más de 260 millones de personas en Portugal, Brasil, Angola, Cabo Verde, Guinea Bissau, Santo Tomé y Príncipe, Mozambique, Macao, Goa, Damão, Diu y Timor-Leste que usamos el portugués para querernos, insultar al árbitro y tener saudades del mar.
El criollo de las mornas de Cesária Évora, la tempura japonesa y el tan inglés “té de las 5” son herencia del fabuloso viaje de un idioma que salió en caravela de un país “pequenino” llamado Portugal hace más de 5 siglos.

¿Tan importante era Camões como para dedicarle el día de Portugal?


Precisamente, esta es la hazaña que describe Camões en sus Lusíadas, la travesía que emprendió el navegador Vasco da Gama “por esos mares nunca antes navegados”, en busca de una nueva ruta marítima y comercial hacia las Indias a finales del siglo XV.
Y como buena epopeya literaria que se precie, en este poema de 1572 también se encumbra la Historia de los portugueses, los hijos de Luso: desde Viriato, pasando por la fundación del Portugal por D. Afonso Henriques o el amor del rey D. Pedro e Inês de Castro que daría lugar a una de las leyendas más sanguinarias del imaginario nacional.
El viaje de los navegantes portugueses hacia la India está cargado de peripecias, con los dioses del Olimpo conjurando y un monstruo tremebundo llamado Adamastor que a punto estuvo de cargarse la expedición en el cabo de Buena Esperanza. Al final, los héroes regresan a la patria y a Portugal se le adivina todo tipo de glorias futuras, o no fuera este un pueblo ungido por la voluntad divina.

Que la realidad no te estropee una buena historia, debió pensar el desdichado Camões, cuya vida fue una sucesión de desventuras y calamidades y que, como si de un triste fado se tratara, murió con el disgusto de ver cómo Portugal caía bajo el reinado de la corona española con el rey Felipe II. Spoiler: el dominio español en Portugal duró 60 años y aún hoy el 1 de diciembre, día de la Restauración de la Independencia, es festivo nacional.

Un viaje de ida y vuelta


El portugués que bañó las costas africanas, índicas y pacíficas, alcanzó el estatus de idioma universal cuando arribó al otro lado del Atlántico, a Brasil. En este extraño año de 2020, el premio más importante de nuestras letras, el Camões, se atribuyó al gran Chico Buarque, cantante, poeta, guapo eterno y figura fundamental de la Música Popular Brasileira.
Porque si algo ha contribuido para la divulgación del portugués es la música brasileira en casi todas sus expresiones: el MPB, la bossa nova, la samba o la lambada han influenciado el jazz, la moda, películas de Hollywood y hecho bailar a cuñados achispados en las bodas, bautizos y comuniones de medio mundo.

Sin embargo, la aventura del idioma portugués ha sido un viaje de ida y vuelta. Cuando en 2008 los Buraka Som Sistema pusieron de moda el kuduro en los clubs de Londres, pocos sabían que “Kalemba (Wege, Wege)” estaba cantado en portugués, aunque un poco diferente. Después del proceso de descolonización en 1975, miles de emigrantes de África trajeron de vuelta a casa el idioma de los navegantes portugueses, aunque más rico, cargado de nuevas palabras, cadencias y acentos.
Ritmos como el funaná, kuduro o kizomba han modificado la cultura musical portuguesa y ahora son los nietos de esos inmigrantes los que dominan las listas de éxitos de las radios nacionales y llenan conciertos y discotecas.
El portugués que en 1500 era hablado por un millón de personas se ha convertido en un idioma global, el más hablado en el hemisferio sur, y que en la voz de la cantante Mayra Andrade suena tan portugués como el fado, y como él, sabe a mar, brisa y sal, a magia pura.

Recetas y cubiertos globalizados


Las rutas comerciales abiertas por los portugueses entre los siglos XIV y XVI transformaron el mundo en un inmenso mercado global y revolucionaron la agricultura, la ganadería y los hábitos alimentares de una Humanidad que pasó de ser un puzzle de territorios a caber en un solo mapa.
Esta fue la más globalizadora de las hazañas portuguesas: transportar, cultivar y mezclar ingredientes a miles de kilómetros de sus lugares de origen, confundiéndose el descubrimiento de tierras con el asombro ante nuevos sabores.

En el lejano Macao las esposas chinas de los colonos portugueses intentaban replicar como bien podían las recetas de sus suegras con ingredientes locales o llevados desde Mozambique, India o Malaca, creando la que es considerada como una de las primeras cocinas de fusión del Mundo (y que fue reconocida con el título de Gastronomía Creativa por la UNESCO).

Del otro lado del Mar de China, los misioneros portugueses, que tenían una dieta vegetariana en los tiempos de vigilia (“tempora ad quadragesima”) enseñaron a los japoneses a rebozar verduras, inventándose el plato favorito de los modernos urbanitas de hoy en día, la tempura. Y en Goa nació la simbiosis perfecta entre el idioma portugués y la cocina india: el vindaloo, resultado de marinar la carne, según la tradición lusitana, en vino y ajo (vinha d’alho) con las especias orientales y el picante africano.

Y por mucho que los ingleses se crean los inventores de la buena educación, hasta que la portuguesa Catalina de Braganza no se casó con el rey Carlos II en Londres no se habían tomado una taza de té en su vida (ni comido con cuchillo y tenedor o en platos de porcelana).
Pero si hay una verdad innegable es esta: las mejores samosas del mundo son las que se comen en Lisboa. Llevadas por la comunidad goesa de Mozambique en los años 70, renombradas como chamuças y que saben a gloria si te las tomas con una imperial helada al final del día mirando el Tejo.

Una poesía de despedida

O Paraíso são os outros 


Y para terminar esta primera carta, te dejo este precioso vídeo realizado para el Museo de la Lengua Portuguesa de São Paulo con la lectura del cuento de Valter Hugo Mãe, El Paraíso son los Otros, en todos acentos que tiene el idioma portugués.

 
Te escribo dentro de quince días.

Obrigada por leres esta carta,
Rita Barata Silvério.
Si te gustan las Cartas Portuguesas, suscríbete y recomiéndala.