Afirmar que el trono portugués fue usurpado por un rey
español-mucho-español es contar la Historia a medias. Felipe era
Habsburgo por parte de padre, el superlativo
Emperador Carlos V, pero sobre todo era un
Avis como la copa de un pino. Su madre fue la musa de Tiziano
Isabel de Portugal, su abuelo el brillante
Manuel I e incluso su
católica bisabuela Isabel era hija de una princesa portuguesa que estaba como una chota. Felipe era más portugués que los pastéis de bacalhau.
(Eu falo portugués)
Tras ser aclamado rey de Portugal por las Cortes de Tomar, Felipe dejó la fría meseta castellana para mudarse a un ventilado y agradable
palacio lisboeta en frente al deslumbrante río Tajo, donde
dicen las crónicas, fue muy feliz, apesar de que le mandaran casarse con la más fea de sus primas portuguesas. Esta princesa preparadísima llamada
Maria Manuela murió muy joven, pero antes parió
dos hijas brillantes que fueron fundamentales en el gobierno europeo del siglo XVII y un
chaval sádico y mimado que no hizo más que darle dolores de cabezas a su padre. Adivina a quién le dedicó Verdi
una de las mejores óperas de la Historia.
Ahora te voy a contar un secreto: Portugal también llevaba siglos intentando quedarse con el trono español. Ahora mismo no estamos cantando fados y comiendo sardinas porque el pobre príncipe de Asturias y heredero al trono de Portugal y España,
Miguel de la Paz, hijo de Manuel I, murió a los 2 añitos en los brazos de su abuela
Isabel la Católica. Fue gracias a esta triste muerte que la
abuela de Felipe II fue declarada heredera de Castilla y se casó con un príncipe Habsburgo que la volvió loca de remate. El resto, ya sabes, es historia.